La investidura de Feijóo está sirviendo al menos para saber que el país está profundamente dividido y que la izquierda va a por todas y quiere seguir gobernando, aunque para lograrlo tenga que asesinar la democracia y acabar con la legalidad y el orden constitucional.
Es evidente que la amnistía y la mutilación de España son «casus belli» y que contra eso hay que jugársela y luchar. Los constitucionalistas, los demócratas y los que aman a España tenemos el deber de alzar un muro para que no pasen la ignominia y la traición.
¿Que esperan VOX y el PP para advertir claramente al Rey que si llega a firmar la amnistía lo haría como cómplice de traición a España?
Ha llegado la hora de hablar claro, de delimitar los campos y de saber en qué trinchera está cada uno.
Sánchez ha tensado tanto la cuerda que es necesario ya saber quien está en cada trinchera. No vale decir «Yo no sabía nada» porque nuestra libertad está en juego y también la nación de la que formamos parte.
Lo que Pedro Sánchez y sus jaurías del odio están haciendo es negociar con los partidos que odian y quieren romper España que se violen las leyes fundamentales y que se mutile España y contra eso no cabe la indiferencia. Todos los ciudadanos de bien deben estar en contra de esa brutalidad. anticonstitucional y antiespañola.
Alzar una barrera para que la ignominia no pase no es belicismo ni violencia. Lo que sí es violencia es amnistiar a delincuentes golpistas y permitir que la patria sea mutilada.
El Rey y las Fuerzas Armadas, recordémoslo, tienen el mandato constitucional de impedir la mutilación y la violación de la Carta Magna. Los jueces también lo tienen y los ciudadanos demócratas y decentes también deben asumir ese deber, porque España está en la encrucijada
En el debate de investidura de Feijóo, Sánchez se ha mantenido al margen y en silencio, impidiendo que los españoles conozcan sus manejos y negociaciones oscuras con el independentismo y sus antiguos socios desleales y manchados de sangre. Esa actitud, nada democrática y típicamente opaca, propia de tiranías, ha hecho comprender a muchos españoles que Sánchez no juega limpio y que no es un político más, sino tal vez el peor y más peligroso espécimen en la larga historia del poder español. por lo menos desde los reyes godos.
Hurtar al pueblo su derecho a saber no es democracia sino miseria; enviar al debate a un subalterno con órdenes de denigrar y ofender con chabacanería no es debate sino gansterismo; negociar con los golpistas y desleales cómo romper España y cómo limpiar de delitos a los que han atentado contra la nación no es política sino traición y bajeza.
Las cosas están cada día peor, pero también están cada día más claras.
Las clásicas dos españas están de nuevo frente a frente. Una intentando romperla y otra defendiéndola. Sánchez quiere crear un mundo nuevo en el que él sea emperador, mientras que sus adversarios defienden el orden vigente y la democracia de 1978, que, aunque imperfecta, nos ha permitido vivir en paz, libertad y prosperidad desde entonces.
Los destinos de España ya no están en las exclusivas manos de las élites, de los políticos, los monarcas, los jueces, los militares y las grandes fortunas y corporaciones, sino que en la contienda participan ya los ciudadanos, que nos jugamos nuestro destino, el de nuestras familias y el de la patria que nos acoge como hogar común.
Pedro Sánchez está cruzando demasiadas líneas rojas y ante esa agresión desorbitada e insufrible a España están sonando todas las sirenas de alarma.
Publicado en «votoenblanco.com«