El mundo necesita una gran «Revolución»

Muchos golpes militares en todo el mundo, las revueltas enloquecidas, el triunfo de Milei en Argentina, el éxito de la extrema derecha en Europa y el nacimiento de miles de partidos nuevos, casi todos mesiánicos y antisistemas, son el resultado del fracaso de las izquierdas, de las derechas cobardes y del poder de políticos corruptos y miserables.

El fracaso de los políticos tradicionales y de sus partidos, sobre todo de las izquierdas, dominadoras de la cultura mundial, ha sido tan intenso que el mundo necesita y busca una revolución que acabe con el atractivo de los Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Pol Pot, Fidel Castro, Daniel Ortega, los peronistas y con doctrinas tiránicas camufladas de democracias, tan sucias y corruptas como el sanchismo español, y los sustituya por gobiernos honrados, decentes y que sirvan a sus pueblos, en lugar de servirse de ellos, expoliarlos y hasta asesinarlos, como han hecho los políticos y dirigentes tiranos en los últimos siglos.

Nunca fue tan necesaria la Revolución en la historia humana como hoy, cuando el sistema permite la esclavitud disfrazada, la corrupción, el latrocinio, la tiranía escondida, el exterminio de las poblaciones, la guerra, el odio, el miedo y el crimen impune de los que mandan.

La revolución que el mundo necesita es la regeneración de la política, hoy corrompida y envilecida, lo que significa el fin de las izquierdas marxistas y de las derechas acomplejadas y cobardes, todas ellas contaminadas de tiranía marxista, culpables de que el mundo actual, lleno de injusticia, desigualdad, violencia y muerte, sea un desastre. Los gobiernos deberán ser controlados por las leyes y el pueblo y los políticos serán personas de probada virtud y valores, en lugar de los corruptos y delincuentes que hoy logran apoderarse de algunos estados,

La frase de Milei, el anarco liberal candidato a ser presidente de Argentina, resuena en todo el mundo cargada de razón y realidad: «Confiar en los políticos es como poner a tus hijos en manos de un pedófilo».

Milei, como Tump, Bolsonaro, la extrema derecha y miles de revueltas e intentos de rebelión contra el sistema son resultado directo del fracaso de las políticas de izquierda en el mundo, llenas de hipocresía y falsedad, que se presentan como protectoras de los débiles cuando en realidad son esclavizadoras, corruptas, depredadoras y creadoras de opresión y pobreza.

Las izquierdas subsisten y resisten gracias a su hábil manejo de la propaganda, de la mentira y del dinero, que emplean en aplastar la verdad y engañar a todos. La columna vertebral de su política es lo que llaman progreso, algo que en realidad es retroceso porque se inspira en sociedades tan fracasadas como la soviética, la cubana, la venezolana y otras tiranizadas, todas ellas sumidas en la pobreza y el dolor. Su gran consigna propagandística es que reparte la riqueza entre los menos favorecidos, pero esa es otra falsedad porque en los países que gobierna hay cada día más pobres. La gran verdad que ocultan es que ellos propician la pobreza porque saben que los ricos votan a las derechas liberales, mientras que los pobres, frágiles y preparados para recibir promesas falsas, votan a las izquierdas.

La Revolución que el mundo necesita y busca es una limpieza a fondo que elimine a los políticos corruptos, psicópatas, egoístas y malvados que se han apoderado del Estado a través de esas organizaciones verticales y totalitarias que son los partidos políticos, donde florecen la corrupción y todo tipo de vicios antidemocráticos.

Una vez eliminados, el Estado tendrá que reducirse al mínimo, los ciudadanos tendrán que asumir el gran reto del autogobierno y los partidos políticos y sus huestes corrompidas, culpables de buscar el propio beneficio en lugar del bien común, deberán ser ilegalizados.

De ese modo, el mundo se regenerará y conocerá niveles de paz, justicia y prosperidad hoy ni siquiera imaginables.

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Ha llegado la hora de la verdad y de saber en qué trinchera está cada español

La investidura de Feijóo está sirviendo al menos para saber que el país está profundamente dividido y que la izquierda va a por todas y quiere seguir gobernando, aunque para lograrlo tenga que asesinar la democracia y acabar con la legalidad y el orden constitucional.

Es evidente que la amnistía y la mutilación de España son «casus belli» y que contra eso hay que jugársela y luchar. Los constitucionalistas, los demócratas y los que aman a España tenemos el deber de alzar un muro para que no pasen la ignominia y la traición.

¿Que esperan VOX y el PP para advertir claramente al Rey que si llega a firmar la amnistía lo haría como cómplice de traición a España?

Ha llegado la hora de hablar claro, de delimitar los campos y de saber en qué trinchera está cada uno.

Sánchez ha tensado tanto la cuerda que es necesario ya saber quien está en cada trinchera. No vale decir «Yo no sabía nada» porque nuestra libertad está en juego y también la nación de la que formamos parte.

Lo que Pedro Sánchez y sus jaurías del odio están haciendo es negociar con los partidos que odian y quieren romper España que se violen las leyes fundamentales y que se mutile España y contra eso no cabe la indiferencia. Todos los ciudadanos de bien deben estar en contra de esa brutalidad. anticonstitucional y antiespañola.

Alzar una barrera para que la ignominia no pase no es belicismo ni violencia. Lo que sí es violencia es amnistiar a delincuentes golpistas y permitir que la patria sea mutilada.

El Rey y las Fuerzas Armadas, recordémoslo, tienen el mandato constitucional de impedir la mutilación y la violación de la Carta Magna. Los jueces también lo tienen y los ciudadanos demócratas y decentes también deben asumir ese deber, porque España está en la encrucijada

En el debate de investidura de Feijóo, Sánchez se ha mantenido al margen y en silencio, impidiendo que los españoles conozcan sus manejos y negociaciones oscuras con el independentismo y sus antiguos socios desleales y manchados de sangre. Esa actitud, nada democrática y típicamente opaca, propia de tiranías, ha hecho comprender a muchos españoles que Sánchez no juega limpio y que no es un político más, sino tal vez el peor y más peligroso espécimen en la larga historia del poder español. por lo menos desde los reyes godos.

Hurtar al pueblo su derecho a saber no es democracia sino miseria; enviar al debate a un subalterno con órdenes de denigrar y ofender con chabacanería no es debate sino gansterismo; negociar con los golpistas y desleales cómo romper España y cómo limpiar de delitos a los que han atentado contra la nación no es política sino traición y bajeza.

Las cosas están cada día peor, pero también están cada día más claras.

Las clásicas dos españas están de nuevo frente a frente. Una intentando romperla y otra defendiéndola. Sánchez quiere crear un mundo nuevo en el que él sea emperador, mientras que sus adversarios defienden el orden vigente y la democracia de 1978, que, aunque imperfecta, nos ha permitido vivir en paz, libertad y prosperidad desde entonces.

Los destinos de España ya no están en las exclusivas manos de las élites, de los políticos, los monarcas, los jueces, los militares y las grandes fortunas y corporaciones, sino que en la contienda participan ya los ciudadanos, que nos jugamos nuestro destino, el de nuestras familias y el de la patria que nos acoge como hogar común.

Pedro Sánchez está cruzando demasiadas líneas rojas y ante esa agresión desorbitada e insufrible a España están sonando todas las sirenas de alarma.

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La era de la mentira

El asesinato de la verdad es el gran crimen del siglo XXI y, curiosamente, nadie ha ido a la cárcel por ese terrible asesinato. Los poderosos han convertido a la mentira en la nueva diosa madre de la vida.

No estamos viviendo en la edad de la electrónica, ni en la de los microchips, ni en los aledaños de la Inteligencia Artificial. Estamos viviendo en la «Edad de la Mentira».

 

Los departamentos de imagen y reputación han ganado peso en las empresas y los gobiernos dedican enormes cantidades de dinero a mentir, gastando en propaganda, comprando medios de comunicación, voluntades y legiones de asesores expertos en vender humo.

Cada producto, cada embalaje, lleva una o varias mentiras impresas. Los departamentos de marketing ha tomado el poder y se han convertido en espacios de elaboración de mentiras creíbles.

De lo que se trata es de sustituir la realidad por lo que llaman «relatos», que son cuentos e ilusiones que disfrazan la realidad y la presentan con rasgos idílicos, apetecibles, hermosos.

La destrucción del adversario es otra factoría del gran mundo de la mentira, que trata de desprestigiar y aniquilar a todo el que cuestiona el poder dominante.

Hasta las personas son pura mentira. La belleza es un disfraz casi siempre. Ves a una estrella del cine o de la televisión recién levantada y sin maquillaje y sales huyendo creyendo que has visto al diablo. Si le quitas a una belleza el maquillaje, las prótesis y los disfraces, la decepción está garantizada.

Las empresas pelean por la «Reputación», que es el conjunto de mentiras y disfraces que las hace parecer lo que no son. Los dramas «reputacionales» son temidos y se consideran la antesala de la ruina.

Los «medios de comunicación» vivían en su origen gracias a su credibilidad, pero ahora viven gracias a las mentiras que difunden, algunas, como las gubernamentales y de partidos políticos, muy bien pagadas. Los departamentos de marketing y propaganda han tomado el poder y las redacciones de periodistas, antes libres, soberanas y todopoderosas, son hoy departamentos esclavizados que sólo reciben órdenes y compiten en mentir de manera eficaz.

Los lectores son ahora rehenes y no clientes. La verdad se ha ido al traste y la gente lee la prensa (cada día menos) para divertirse, no para informarse y conocer la verdad.

Para conocer la verdad hay que leer versiones distintas y opuestas y calcular la verdad sacando la media aritmética, pero sobre todo hay que acceder a la prensa semiclandestina que circula por Internet, donde subsisten los últimos espacios de periodismo libre y veraz, que comparten las redes con legiones de estafadores y agentes de la mentira, al servicio de los poderes.

De las grandes cadenas de TV mejor no hablar. Allí la verdad es casi extraterrestre. En la mayoría de los casos son aparatos de propaganda que han logrado meterse en los hogares, donde penetran sin filtros delincuentes, chorizos, pederastas, prostitutas, corruptos y delincuentes disfrazados de políticos con cargos de concejales, alcaldes, y hasta ministros y presidentes, todos compitiendo por engañar al inocente y desvalido ciudadano.

No hay prensa independiente, veraz ni libre en siglo XXI, probablemente en ningún sitio, aunque en España la bajeza y la estafa adquieren dimensiones olímpicas.

Ya no hay reporteros de investigación ni periodistas fisgones porque nadie los quiere ni nadie los contrata. Todos dedicados a consumir noticias elaboradas por los anglosajones y los judíos, controladores mundiales de la noticia y maestros del engaño.

Y lo peor de todo este sucio circo mundial de la mentira y del engaño es que lo paga el ciudadano con su esfuerzo y sus impuestos. El asesinato de la verdad es el crimen del siglo XXI y, curiosamente, nadie va a la cárcel por ese terrible asesinato.

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España, un país lleno de políticos, funcionarios, pelotas y chivatos

Los datos que el gobierno de España publicita suelen ser falsos. El poder político miente en sus datos económicos, en las estadísticas sobre seguridad ciudadana, en el desempleo, en datos sobre salud y en muchas otras cosas, al mismo tiempo que se ocultan los gastos reales, los viajes oficiales y muchos despilfarros y abusos. De otros temas vergonzantes, como los gastos reales en compra de voluntades, el uso real de los fondos reservados, los criterios que se utilizan para promocionar a militares y funcionarios y otros muchos, el poder nunca habla.

La transparencia, que es un valor clave en democracia, está ausente del poder político que gobierna España.

Digamos verdades: España tiene más políticos, funcionarios, pelotas y chivatos que cualquier otro país de Europa y, proporcionalmente, del mundo. También ocupa la cabeza del ranking de corruptos, sinvergüenzas afianzados en el Estado, comunistas, jueces politizados y periodistas comprados. Nuestros políticos tienen más coches oficiales que el resto de Europa junta y que Estados Unidos.

La verdad es que España es un país al que la clase política ha infectado, cuya sociedad es hoy un caldo de cultivo putrefacto donde germinan políticos sin alma, periodistas que traicionan la verdad, inmigrantes ilegales subvencionados, delincuentes de todo tipo y rango, militares adoradores del dinero y sometidos al poder político, jueces comprados, policías que disfrutan apaleando y legiones de sinvergüenzas, vagos y maleantes que viven de los subsidios y que forman parte del peor lumpen imaginable.

Todo esa caldo maloliente ha sido creado por los políticos, que han destrozado casi todo lo bueno que tenía la sociedad, que no era poco. En poco años, han acabado con los valores, con la calidad de la educación, la unidad, con las clases medias, que eran el orgullo de la nación, con las cajas de ahorro, con la seguridad ciudadana, con la formación de los jóvenes, con la religión, con el respeto, con las reglas de la democracia, con la justicia, con la verdad y con muchas otras cosas buenas que existían y que hoy están podridas, gracias a la chusma que se ha apoderado del poder, enrolada en partidos políticos obsesionados con el disfrute del poder y del botín del Estado.

Hasta no hace mucho, el gobierno era lo peor del país y la clase política un mal ejemplo contaminante y desolador, pero hoy el gobierno de España es ya un espejo de la sociedad. La gente vota a aquellos con los que se identifica emocionalmente y ha perdido la capacidad de ser crítica, un valor clave en democracia. El gobierno español protege a los ladrones de viviendas y no ocurre nada, pacta con los herederos de la banda asesina ETA y tampoco ocurre nada, mima a los golpistas catalanes y nadie protesta, industa a delincuentes catalanes y el país guarda silencio. Los ciudadanos y empresas han sido saqueados con impuestos injustos y nadie se ha defendido.

Antes, en el mundo, los chistes de cobardes eran protagonizados por los italianos, pero hoy son los españoles los que causan risa en el mundo por su cobardía y capacidad de soportar opresión e indecencia de su clase política.

Pedro Sánchez y su camarilla de ineptos, con nivel de parvulario y sin otro mérito que exhibir que no sea el sometimiento al líder y la sumisión babosa, son un reflejo, aunque nos pese reconocerlo, de lo que es España, un país en proceso de putrefacción e infectado por el mismo poder político. Los amos del gobierno de España no son los españoles sino los poderes internacionales que mueven los hilos desde la oscuridad.

¿Acaso se podía creer que la destrucción de la enseñanza nos iba a salir gratis? En una economía globalizada es muy importante estar bien preparados para ser competitivos. Aquí los «progres» se han ocupado, con todas sus fuerzas, de crear una sociedad casi analfabeta, donde no se requiera el estudio y el esfuerzo para conseguir las metas.

Aunque les moleste a algunos, la mayor tragedia que ha tenido España en los últimos cien años tiene un nombre: PSOE. Tanto en tiempos de la 2ª República, como ahora, parece que el principal objetivo de este partido es destruir España. Eso sí, de una manera muy progresista. En la II República, el objetivo era instaurar la dictadura del proletariado, pero ahora la cosa es más fina, va de nacionalismos, destrucción de los valores, falsificación de la historia, enseñanza inexistente, corrupción galopante, pasión por el islam, alianzas con energúmenos y montar un Estado tan gigantesco que le haga inviable.

La sociedad que el gobierno desea es un misterio, pero algunos vemos claro que lo que quiere es un país destruido y sin fuerzas, desmoralizado y preparado para entregarse al poder del Estado, para que se lo solucionen todo en las alturas con limosnas públicas. El modelo que los marxistas españoles quieren se parece mucho a lo que hacen las termitas, las langostas y el caballo de Atila: lo arrasan todo y ya ni siquiera puede crecer la hierba.

Para dominar la sociedad y sojuzgarla, el gobierno ampara vicios y maldades a diestra y siniestra: apoyo a los ladrones de viviendas, a los inmigrantes ociosos, a los chiringuitos de izquierda, a los chivatos, a los activistas de izquierda en las redes, a los medios de comunicación propagadores de mentiras y silencios, a los jueces y fiscales sometidos al poder, a los militares corrompidos, a los políticos y a todos los que resten y no sumen.

El Gobierno ha llenado el país no sólo de políticos, sino también de funcionarios. Cuando presume de la creación de puestos de trabajo, la mayoría son públicos, pagados por los impuestos y la deuda, que cada día crecen más. El que han elegido los socialistas y comunistas es el camino más corto hacia el desastre y la ruina.

¿Por qué no dejan de disimular y nos hacen funcionarios a todos, que es lo que ellos sueñan? Se acabaría el paro y el país se arruinaría a velocidad de vértigo, lo que obligaría al gobierno a nacionalizarlo todo y crear un sistema parecido al de Cuba, Venezuela y la vieja URSS, justo lo que ellos desean.

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El gobierno de España odia y maltrata a su pueblo

El gobierno de Sánchez maltrata a su pueblo y lo conduce sin tener en cuenta sus criterios y deseos. Los sondeos dicen que más del 70 por ciento de los españoles están en contra de conceder una amnistía a los delincuentes catalanes que dieron un golpe de Estado y que el porcentaje de los que se oponen a conceder un referendo de autodeterminación es todavía mayor, pero Pedro Sánchez, obrando como un tirano, sigue adelante con esos proyectos humillantes y destructivos, solo porque el “señorito” quiere seguir en el poder.

España, como patria común de los españoles y como Estado protector de la ciudadanía ya no existe. Solo queda un gobierno que quiere mantenerse en el poder como sea y una oposición del PP débil y escasamente fiable, incapaz de derrotar en las urnas a la coalición de los corruptos y marxistas, unida a los nacionalistas que odian a España. Sánchez y el PSOE nos han asesinado la patria y nadie ha sido capaz de defenderla, ni los civiles, ni los uniformes.

España ya no cuida de sus hijos. No existe como patria de los españoles y protectora de la ciudadanía. El PSOE nos ha asesinado la patria y nadie ha sido capaz de defenderla, sean coronados, civiles, togados o uniformados. Los españoles, desamparados por el Estado, sufren delincuencia callejera, sus casas son okupadas y Hacienda los acribilla a impuestos, mientras los servicios básicos se deterioran, empezando por la sanidad. Al gobierno sólo le interesa el poder y se despreocupa de los ciudadanos y de las empresas.

España es la puta de Europa. Siempre fue promiscua e infiel, pero con Zapatero se hizo puta profesional y creó muchos burdeles con dinero público. Hoy se prostituye con Marruecos, Unión Europea, comunismo internacional, OTAN, agenda 2030 y con quien caiga. Con Sánchez es viciosa.

Los territorios «no amigos» del gobierno del Estado son maltratados, pero los territorios «amigos» del gobierno del Estado todo lo contrario. La injusticia y la desigualdad campean por la vida política sin que ocurra nada. Las leyes no se aplican a los poderosos y los jueces están devaluados.

Lo que queda en España es una especie de «mafia» político-territorial que se dedica a disfrutar del botín del poder.

El deterioro nuclear del PSOE tuvo lugar cuando aceptó como secretario general a un Pedro Sánchez que había sido expulsado de la dirección del partido por realizar trampas con una urna ilegal. Cuando un partido acepta como jefe a un corrupto, es porque está dispuesto a seguirlo.

Ha empobrecido al pueblo, lo ha infectado de odio, ha resucitado el pasado bélico para despertar rencores, ha eliminado delitos para beneficiar a sus socios delincuentes, gobierna con la chusma, miente, reparte de manera injusta los recursos públicos entre las regiones, ha asaltado la Justicia, ha indultado a delincuentes golpistas y ha convertido a España en una nación que no escucha a su pueblo, sin respeto a la voluntad popular, prostituta, al servicio del globalismo y de los poderes oscuros que mueven los hilos sin dar la cara.

El drama de España y el martirio de su pueblo, una de las operaciones políticas más tristes y dolorosos de la historia contemporánea de Europa, comenzó cuando el socialista Zapatero decidió romper el acuerdo de perdón y concordia que sellaron los españoles al abrazar la democracia, tras la muerte de Franco, y recurrió e resucitar los fantasmas del odio y de la Guerra Civil, dividiendo de nuevo a España en dos bandos enfrentados.

Con Sánchez, ese odio y división han alcanzado el cenit, al que se ha unido el maltrato a los españoles y la instauración de una tiranía sin democracia, sin respeto al Estado de Derecho y sin valores ni principios.

Ni siquiera tienen peso en los criterios dictatoriales del socialismo corrupto de Pedro Sánchez la opinión de los viejos socialistas que cimentaron el poder del partido tras la muerte de Franco. Sánchez y sus cipayos ya llaman «traidores» a Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo y a muchos otros que se oponen a la brutal decadencia y maldad que anida dentro del PSOE.

El resultado de todos estos dramas del socialismo corrupto de Sánchez es un país en decadencia, dividido, sometido a un tirano e infectado de corrupción, odio y abandono de la ciudadanía.

Ahora, en vísperas de que el socialismo corrompido avance de manera suicida hacia la ruptura, aprobando una amnistía que es contraria a la Constitución y un referendo de autodeterminación que todavía es más ilegal e indecente, gran parte del pueblo español, postrado y oprimido e impotente, mira con la esperanza de que intervengan y salven la nación hacia el monarca, los jueces, las fuerzas armadas y la sociedad civil, sin que ninguna de esas fuerzas, señaladas por la Constitución como defensivas de la nación española, de señales de vida.

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Oponerse a un gobierno injusto, corrupto y mentiroso es legítimo

Los socialistas acusan falsamente al ex presidente Aznar de promover una rebelión y un golpe de Estado, cuando sólo ha pedido una movilizacion pacífica contra la amnistía que los socialistas preparan por ser contraria a la Constitución.

Pedro Sánchez, un político sin escrúpulos que lleva años destrozando España, va a gobernar de nuevo y empleará su poder para terminar de envilecer y destruir España, se presentó a las elecciones generales del pasado mes de julio afirmando que la amnistía no cabía en la Constitución Española, pero ahora, de manera sucia y envilecida, ha cambiado de criterio y traiciona a sus votantes afirmando que esa amnistía «sí cabe» en la Carta Magna española.

Aunque Aznar no ha recurrido a la rebelión, es bueno saber que, según el derecho internacional, contra gobiernos mentirosos, inmorales y corruptos existe el derecho y el deber democrático de rebelarse.

Cualquier español demócrata tiene el derecho y el deber de considerar ilegítimo el actual gobierno, lo que le habilita para rechazarlo y procurar que caiga, utilizando para ello medios pacíficos y democráticos. Los gobiernos adquieren su legalidad en las urnas, pero la legitimidad es algo diferente y sólo la adquieren cuando renuncian a la corrupción y al abuso de poder y gobiernan con equidad, justicia y decencia, anteponiendo los intereses generales y el bien común a las mezquindades de la partitocracia y de los políticos profesionales.

Un gobierno que ha incumplido prácticamente todas sus promesas electorales, que se burla de la Constitución, que miente de manera enfermiza, que prefiere aplastar a su pueblo con impuestos abusivos antes que desmontar el injusto e incosteable aparato del Estado, incluyendo las miles de instituciones inútiles existentes, los cientos de miles de puestos de trabajo entregados a familiares y amigos del poder y los indecentes privilegios que acaparan los políticos en estos tiempos de escasez y sacrificio para la ciudadanía, es claramente ilegítimo, indigno, indecente y lleno de oprobio.

Frente a un gobierno que incumple sus promesas, asalta la Justicia, coloca a sus militantes al frente de las instituciones del Estado que deben ser independientes, hace pagar el grueso de la factura de la crisis, injustamente, a los más débiles y, sobre todo, a las clases productivas y trabajadoras, todo ciudadano demócrata está obligado a combatirlo con medios democráticos y pacíficos, entre los que cabe destacar manifestarse, criticarlo constantemente, desenmascararlo, boicotear sus actos y convocatorias, practicar la desobediencia civil a todo mandato degradante e injusto y cortarle, dentro de lo posible, todas las vías de apoyo y el acceso a los recursos que pueden servirle para perpetuar su indecente poder sobre la ciudadanía oprimida.

Los comportamientos del poder político español se han generalizado y hecho crónicos, sin que importe el color o la ideología de los que gobiernan. Para desgracia de España, los gobernantes del PP han demostrado que se parecen a los del PSOE y utilizan métodos similares.

La ciudadanía española, atribulada por la corrupción sanchista, el avance de la pobreza, la pérdida de libertades y derechos y el desprecio socialista y comunista a la Constitución y a la democracia, ha decidido protestar con fuerza contra una amnistía que es ajena a la Constitución y que se pretende conceder a delincuentes catalanes y vascos sólo porque Pedro Sánchez necesita sus votos para seguir gobernando.

La reacción de comunistas y socialistas en el poder a está utilización de un recurso constitucional y pacífico, como la manifestación, está siendo histérica y guerracivilista, entre otras razones porque sabe que más del 70 por ciento de la población española piensa que la amnistía que preparan en la oscuridad es mala para España.

En estos momentos de peligro y enfrentamientos duros entre izquierdas y derechas, cabe resaltar que el derecho internacional no sólo admite que los pueblos se rebelen contra la injusticia y la tiranía, sino que esa rebelión puede llegar a ser un deber ineludible del pueblo cuando el nivel de abuso, corrupción y deslealtad es elevado.

¿Y si la independencia de Cataluña fuera buena para España?

Cataluña celebró la Diada, su gran fiesta, y los nacionalistas la aprovecharon para expresar su odio a España, quemando banderas y símbolos y alardeando de que tienen el país en sus manos, gracias a que Sánchez necesita sus votos para seguir siendo presidente. Millones de españoles nos indignamos ante esos detalles de odio miserable del independentismo catalán, pero algunos empiezan a pensar que quizás la independencia catalana no sea tan mala para España como dicen.

Veamos sus aspectos favorables.

La amputación de parte del cuerpo siempre es dolorosa, pero a veces, cuando se amputa una parte enferma, el cuerpo, libre de la enfermedad, recupera salud y vigor.

Es lo que podría ocurrirle a España si Cataluña fuera independiente. Perderíamos parte de nuestro territorio, pero nos libraríamos de una parte enferma, desleal, que nos odia y somete a chantaje desde hace siglos. También dejaríamos de depender de sus políticos y es más que probable que España, libre de esa parte podrida, se regenere y se haga más fuerte.

Nadie contempla la posible independencia de Cataluña desde sus ángulos positivos, que son muchos: fin del chantaje, fin de la extorsión, fin de los parásitos, libre de sus políticos corruptos, libres de que sus escasos votos sean decisivos, libres del odio, libres del peso muerto que ha significado Cataluña para España desde hace por lo menos seis siglos.

Cataluña y Pedro Sánchez son las dos losas de plomo que impiden que España se regenere y camine rápida hacia la prosperidad. Con un poco de suerte, podríamos librarnos de esos dos lastres en una sola jugada. Al perder Cataluña durante su mandato, Sánchez sería barrido en las próximas elecciones y, con un poco de más suerte, el PSOE se convertiría en un partido insignificante, estigmatizado por su traición a España.

Libre de los odios catalanes y del enorme coste que representa para España sus chantajes y corrupciones, nuestra nación, sin duda, avanzaría veloz hacia la prosperidad.

Pero existe una condición previa: la independencia tiene que ser total, casi hostil, aplicada con reciprocidad. Si no me quieres yo no te quiero. Un acto doloroso imbuido de rechazo.

Tendrían que pagar todo lo que deben a España, más de 72.000 millones de euros, deberán pagar ellos las pensiones de los catalanes, no tendrían el aval de España para endeudarse, tendrían que navegar fuera de la Unión Europea y sufrirían una impresionante fuga de empresas porque los españoles, de manera espontánea y masiva, dejarían de comprar productos catalanes y permanecer allí sería ruinoso para miles de empresarios.

¿Quién se quedaría en Cataluña en esas condiciones, aparte de los políticos corruptos, los ladrones, los delincuentes callejeros y los violadores? ¿A quien robarán los catalanes cuando sean independientes? ¿A quién chantajearán? ¿Contra quién desplegarán su odio?

Muchas regiones españolas con su financiación mermada porque Cataluña se lleva la parte del león verán mejoradas sus finanzas, sus recursos y sus infraestructuras, además de sentirse liberadas del chantaje, el odio y la competencia arbitraria de los desleales nacionalistas catalanes.

Nada más por dejar de ver y escuchar a mequetrefes llenos de odio, como el tal Rufián, sentados en el Congreso español y cobrando suculentos sueldos de España mientras acuchillan la patria común, merecería la pena la operación de amputación del cuerpo catalán podrido.

En el pasado Cataluña ya abandonó España y se incorporó a Francia, pero pronto se arrepintieron y regresaron. No sería extraño que se repitiera la maniobra porque esos nacionalistas corrompidos, sin extorsión y chantaje, no sabrán navegar ni subsistir. Pero sólo serían admitidos si firmarán capitulaciones severas y se reformaran las leyes para que el voto valga lo mismo en toda España y deje de beneficiar a catalanes y vascos.

El dinero que quede en España se repartirá de manera equitativa, sin pagar a los catalanes el precio de su chantaje, sin que sus votos tengan que ser comprados por corruptos como Pedro Sánchez.

España será generosa con los catalanes que quieran seguir siendo españoles y a las familias que quieran que sus hijos se eduquen en lengua española y al margen del odio. Los recibiremos con los brazos abiertos y con ayudas efectivas, pero tendrán que emigrar a tierras de España, junto con las miles de empresas que lo harán para sobrevivir y seguir vendiendo sin aranceles de pánico.

España conmemoraría en el futuro tres expulsiones históricas en lugar de las dos actuales: la expulsión de los judíos (1492), la expulsión de los moriscos (entre 1609 y 1613) y la expulsión de los catalanes (en el presente).

Hay ejemplo de mutilaciones en el mundo que abrieron las puertas de la prosperidad e hicieron mejores a sus pueblos y naciones: Alemania se convirtió en la gran potencia europea cuando los rusos le arrebataron su parte oriental y Serbia es hoy un país que está superando con eficacia la mutilación de territorios como Montenegro, Croacia y otros que fueron parte de la antigua Yugoslavia, hoy desmembrada. Rusia sigue siendo hoy una potencia de primer rango después de haber perdido gran parte de su territorio, cuando el comunismo de la URSS saltó por los aires.

Ojalá sigamos unidos, pero, en adelante, cada vez que los catalanes lancen sus miserables gritos de odio y rechazo a España, piensa que si se van quizás España sea más fuerte y nosotros, sin la chusma delictiva independentista, más prósperos y felices.

NOTA: este artículo no es una defensa de la expulsión de Cataluña ni de su independencia, sino un análisis de lo que de positivo podría tener librarse de esa parte enferma de la nación española, un análisis que es tabú y nunca se hace en el universo mediático español.

 

LA REBELIÓN DE LOS ESPAÑOLES CONTRA CORRUPTOS Y CHORIZOS EN EL PODER

Los demócratas españoles y los muchos ciudadanos decentes que sufren ante la bajeza moral y la sucia política de Pedro Sánchez y sus aliados han convocado una manifestación contra la amnistía de delincuentes y golpistas que el gobierno prepara para conseguir que Sánchez siga mandando en España. La concentración será el domingo, al medio día, delante de los ayuntamientos de los pueblos y ciudades.

La amnistía y el referendo que exige Puigdemont son sólo algunos de los muchos motivos para rebelarse como ciudadanos que existen en España, país injusto, controlado y mal gobernado por gente depravada y sin respeto a la Constitución.

Nadie entiende por qué las calles de España no están llenas de demócratas y ciudadanos decentes pidiendo la cárcel para los corruptos en el poder y la dimisión de un Pedro Sánchez que se dispone a reeditar su gobierno de enemigos de España y partidos que viven del odio para empujarnos todavía más hacia el precipicio.

Muchos somos conscientes de que la ambición de Pedro Sánchez representa una emergencia nacional y que ese tipo está dispuesto a todo, incluso a destruir la nación, con tal de mantenerse en el poder.

Ningún otro país de Europa y pocos en todo el mundo tienen tantas razones justas y objetivas como España para que el pueblo, harto de ser engañado, explotado y mal gobernado, expulse del poder a sus políticos.

Pero el gran problema de España es que está llena de cobardes.

La democracia nace como resultado de la lucha del pueblo contra los abusos del absolutismo monárquico y los privilegios de la nobleza y el clero. Es un alzamiento del pueblo contra las injusticias, diferencias y privilegios que los poderosos disfrutaron a lo largo de la historia. La democracia, desde el punto de vista histórico, no es otra cosa que la materialización de la lucha de la gente contra los privilegios y abusos de los poderosos. Dicho de otro modo: la democracia es el resultado de las luchas por la libertad que han tenido lugar en la Historia. En el presente, la democracia sólo se entiende como un sistema ideado para doblegar el poder del Estado y de las castas que se han enquistado en él, apoderándose de sus recursos y resortes.

La democracia, en estos inicios del siglo XXI, no se entiende ni existe sin una lucha ciudadana contra el establecimiento de cualquier tipo de relación de dominio. La rebelión contra el poder, sobre todo cuando éste es inmoral, corrupto y abusivo, es una condición fundamental de la democracia.

En España del presente, el abuso de poder, el imperio de la injusticia y la mentira, la corrupción y el poder que se otorga a los enemigos de España exigen del pueblo que se rebele e imponga una democracia auténtica en lugar de la falsa democracia corrompida que han impuesto el PSOE, el PP y sus socios separatistas y golpistas.

En la España actual, ser demócratas implica oponerse a los privilegios de «la casta» política, a la corrupción y a un gobierno que no se ruboriza cuando legisla y gobierna contra la voluntad de las mayorías, como hace Sánchez con frecuencia desesperante.

Para colmo de males, ahora está maquinando para imponer una amnistía que no cabe en la Constitución y para hacerla legal piensa utilizar al presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde Pumpido, un socialista sometido al sanchismo que parece capaz de acuchillar la Carta Magna con tal de beneficiar a su partido.

La democracia, en la España actual, exige salir a las calles para gritarle «Chorizos» a los políticos que han aprendido a convivir con la corrupción y el abuso, exigiendo que sean sustituidos por personas decentes y horadas. En ningún otro país de Europa está tan justificado como en España un boicot a la clase política y una rebelión de ciudadanos exigiendo democracia y limpieza.

Algunos lectores de este blog y muchos demócratas, cansados de soportar a miserables en el gobierno, se formulan, preocupados, la siguiente pregunta: ¿Para qué sirve la crítica al poder?

Yo les digo que la crítica es vital para la democracia y esencial para el ejercicio de la ciudadanía. Es la puerta de entrada a la regeneración y el paso previo necesario para cualquier crecimiento o reforma del sistema. La crítica debilita, primero, al poder; dificulta los abusos y pone en ridículo al corrupto y al canalla. Sólo cuando el poder se siente débil, es capaz de asumir las reformas y cambios necesarios.

Vivimos tiempos totalitarios. La acumulación de capital se ha convertido en el fin último y en el parámetro en función del cual se diseñan las políticas, se dictan las leyes y se organiza el sistema. Cuando esto ocurre, cuando el fin de la política no es el bien común sino el provecho y el beneficio de los poderosos, entonces está justificado hablar de totalitarismo.

No se puede ser demócrata sin, al mismo tiempo, ser rebelde. No es cierto que el poder sea invulnerable e invencible porque es frágil y asustadizo cuando se le hace frente desde la ciudadanía. Existen muchas armas para combatirlo y un demócrata auténtico está obligado a utilizarlas. No basta con leer blogs críticos y difundir ideas críticas. Hay otras muchas formas de oponerse al abuso y a la injusticia, como el boicot y las manifestaciones. Nadie entiende por qué las calles de España no están llenas de ciudadanos decentes pidiendo la cárcel para los chorizos o la dimisión de un Sánchez que nos conduce al precipicio.

El gran problema de España es que está llena de cobardes.

En nuestros tiempos presentes hay cuatro tipos de ciudadanos: los «gladiadores», inquietos y luchadores, demócratas siempre críticos y en busca del bien común, la justicia y otros valores básicos, los «espectadores», que se limitan a contemplar el espectáculo, siempre dominados por el miedo, al que llaman prudencia, los «ausentes», gente que simplemente pasa de todo, y los «fanáticos», tipos sin ideología ni principios, que se venden al mejor postor y que sólo buscan su propio interés, aunque se vistan de fanatismo y aparenten participar en la Historia.

El gobierno de Sánchez blanquea al delincuente Puigdemont

Bromas, simpatía y hasta caricias entre la comunista y el golpista delincuente. España vejada por representantes políticos sin ética ni respeto al pueblo y a la ley

El gobierno de España blanquea y otorga prestigio y rango al delincuente prófugo Puigdemont, protagonizando un acto bochornoso que llena de vergüenza y asco a más de media España y a los socios demócratas de España en el mundo.

Nada menos que la vicepresidenta comunista del gobierno se entrevista con el delincuente catalán en el corazón de Europa, transmitiendo al mundo el mensaje claro de que Puigdemont, el que quiso romper España mediante un siniestro golpe de Estado, es un interlocutor válido y respetado por el gobierno.

En cualquier país libre y decente del planeta. lo que ayer hizo el gobierno de España traería consigo la inmediata dimisión de la vicepresidenta Yolanda Díaz y la de su jefe, Pedro Sánchez, que conocía y respaldaba esa rendición de España ante un delincuente, sin otro fin que mantener el poder.

Pero en España esas suciedades antidemocráticas y dañinas para el país son posibles, sin que el pueblo y las instituciones y poderes las impidan. ¿Se puede caer más bajo?

La entrevista de la vicepresidenta del gobierno de España con el delincuente prófugo Puigdemont es uno de los capítulos más sucios y miserables de la política española junto con el terrorismo de Estado que patrocinó Felipe González y los sangrientos atentados de Atocha, aquellos que dieron el poder a Zapatero.

Por su significado en el ámbito de la democracia y en las relaciones internacionales, esa entrevista tiene más alcance y bajeza que el indulto de Pedro Sánchez a los golpistas, que la rebaja de penas y liberación de mas de mil violadores y pedófilos y que la supresión arbitraria y corrupta del delito de sedición, que deja las manos libres a golpistas y violadores de la Constitución española.

Es tan vergonzosa la entrevista, que Moncloa, que ha sido la que la ha planificado para facilitar la investidura de Sánchez, ha tenido que desmarcarse de ese encuentro, digno de aparecer en el álbum de las inmundicias políticas y morales de España.

A los delincuentes se les trata como tales y si no se hace, se cometen delitos como la complicidad y otros de índole moral. El blanqueo de un prófugo conspirador, que ha querido romper España, sólo porque al presidente del gobierno le interesan sus votos, es una inmundicia nauseabunda de tal envergadura que hasta avergonzaría a dictadores africanos.

Pero España ya es un país castrado, con su opinión pública atolondrada y su sociedad civil asesinada por los políticos, que han ocupado y controlan todos sus espacios y reductos: la universidad, las empresas, las asociaciones sin ánimo de lucro, los colegios profesionales, la banca, los medios de comunicación y un largo etcétera.

Hechos como la rendición ante Puigdemont, la amnistía en marcha y los referendos de autodeterminación que se están preparando demuestran que España no es una democracia, sino un contubernio de aprovechados y corruptos que controlan el Estado.

Desde el punto de vista del poder real, España tiene ya un Estado con más de dos tercios de comunismo puro.

Fuentes de Moncloa han asegurado que Yolanda Díaz va «en nombre de Sumar y que no representa al PSOE en ese viaje». Pero se trata de una mentira flagrante porque va en representación del gobierno, del que es vicepresidenta, y para trabajar en favor de Pedro Sánchez, líder del PSOE, que la utiliza para ganarse a Puigdemont y lograr los votos de su partido que necesita para ser investigo.

Los españoles tragan con todo y ya no reaccionan ante la bajeza, la suciedad y el delito. Esa es la gran tragedia de España, un país capado y cobarde como pocos en la Historia.

 

Es urgente DESSANCHIZAR España

La mayor urgencia política, ética, social y económica de la España actual es dessanchizarla o derogar el sanchismo hasta sus raíces. Esa medida profiláctica y de supervivencia es urgente y representa la salvación para un país que está siendo conducido por comunistas y socialistas hacia la pobreza, el dolor y la muerte.

Dessanchizar España exige restaurar la democracia, los valores y la decencia, destrozados por el sanchismo, devolver el poder al pueblo, al que el sanchismo se lo ha arrebatado, erradicar vicios como la mentira, el abuso de poder, el despilfarro, el saqueo y la opresión, suprimir cientos de chiringuitos subvencionados, acabar con la compra de editores, periodistas y medios, dejar de beneficiar a los más desleales, reformar la Ley Electoral para que cada voto tenga el mismo valor, ilegalizar a los partidos que odian a España y luchan por destruirla, valorar al emprendedor, atraer a las empresas para que creen trabajo y riqueza, ser fuertes y dignos ante Marruecos, bajar los impuestos, dotar a los ciudadanos, hoy desmoralizados y confundidos, de ilusiones y metas y apostar decididamente por la unidad de la nación, en lugar de desmembrarla y romperla, como está haciendo el maldito sanchismo.
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Para dessanchizar a España Sánchez tiene que ser derrotado y castigado por sus enormes daños causados a la nación y a su pueblo. Sin una condena rotunda, el sanchismo seguirá existiendo y conspirando contra la nación española.

El sanchismo es la promoción del vicio, la eliminación de la ética en la política, el uso bastardo del dinero público, el empleo de grandes recursos para comprar votos, el manejo sucio y miserable del Estado y la conversión de la mentira y la corrupción en la espina dorsal del sistema.

Hay que devolver a los medios de comunicación la libertad que han abandonado tras ser comprados por la Moncloa y los periodistas tienen que ejercer como informadores, en lugar de hacerlo como mamporreros de los políticos y de sus partidos. La publicidad institucional debe ser manejada por una comisión independiente para que nunca más sirva para corromper la información comprar mentira y voluntades.

La Justicia tiene que recuperar su independencia, vital en democracia, y los jueces y magistrados debe someterse a una investigación profunda que elimine a los que sirven a las ideologías y a los partidos en lugar de a la Justicia y a la ciudadanía.

El país entero tiene que tomar la ruta de la regeneración, un camino que con Sánchez en el poder es imposible recorrer.