LA NUEVA PANACEA ESPAÑOLA, EL INGRESO MÍNIMO VITAL

 

Es lógico que desde el principio algunos en este bicefalo y mal avenido ejecutivo quieran vender como propia la medida, pero las rentas de inserción no son algo nuevo ni mucho menos mágico cual Bálsamo de Fierabrás destinado a paliar todos los males y acallar conciencias, las existentes en las comunidades autónomas tienen el mismo objetivo que el tan cacareado Ingreso Mínimo Vital “IMV” otra cosa es que el gallinero político sea diferente o se apliquen correctamente haciendo llegar lo que simplemente debiera ser una ayuda (que no una subvención) a quienes verdaderamente lo necesitan.

La brecha social tampoco es algo nuevo que venga a descubrir y zanjar este iluminado gobierno salvador que soportamos, existe en mayor o menor medida en todos los países europeos, es más hace años que nos vienen advirtiendo que por ahí tenemos un agujero que hay que cerrar y esa advertencia siempre llega con independencia del cambiante color del paño gobernante.

La desigualdad en España es más acusada que en otros países europeos, existiendo una gran diferencia entre los hogares más pobres y la clase media y no como quieren hacernos creer entre en un reducido numero de ricos y el resto de la sociedad, aunque claro esto siempre viene a pelo para el rancio, caduco y trasnochado pero en potencia incendiario discurso social comunista actual.

Si los impuestos que pagamos están más o menos en linea con el resto de Europa esa pobreza extrema tiene que venir por algún otro sitio, bien por una política deficiente en la gestión tributaria y control del gasto bien por datos desvirtuados por una economía sumergida tan arraigada en España como lo estaba en el pícaro espíritu de nuestros Rinconete y Cortadillo.

Ese grueso de esta economía sumergida se encuentra endemicamente en ocupaciones de bajo valor y cualificación técnica, muchas veces es el empleador quien por los elevados costes salariales presiona al trabajador para aceptar esa situación, pero en otras es el propio asalariado quien busca un incremento de su retribución a cuenta de lo defraudado, igual sucede con profesionales que debieran estar encuadrados por su actividad como autónomos pero evaden mediante la economía sumergida los impuestos que ello implica

Con todo no quiero decir que dicha pobreza extrema sea inexistente pues los datos desgraciadamente demuestran lo contrario, si bien cabria analizar cuanta de ella y en que medida es real y cuanta es producto de un sistema que por injusto opresivo´ y populista propicia vivir de lo ajeno en un país en el que uno de sus deportes nacionales se basa en engañar al fisco dificultando sobremanera cualquier cualquier intento de reflejar fehacientemente la realidad.

Harina de otro costal es la aplicación de la medida pues debemos tener presente que si bien una sociedad esta moral y legalmente obligada a socorrer a quien lo necesita dicha ayuda debiera ser en una u otra forma revertida nuevamente a la colectividad concediéndose con carácter temporal y destinada unicamente a la reinserción laboral y social de quien la recibe y de esta forma pueda continuar sosteniendo al sistema del que puntualmente se beneficio, lo contrario es fomentar la cultura del subsidio que para muchos bastara como medio de vida abandonando toda expectativa de mejora perpetuando su propia marginalidad.

Es lo que expertos definen como “trampa de pobreza”, personas que se acostumbran a vivir subsidiadas y no buscan empleo, bien por miedo a perder el ingreso o bien y lo que es más preocupante porque simplemente no les sale rentable aceptar un trabajo al compatibilizar el ingreso mínimo vital con otros tipos de ayudas. Para otros incluso podría tratarse de la oportunidad para complementar su economía sumergida a expensas de los controles e impuestos que el resto de ciudadanos deberá pagar puntualmente para poder así financiar su anti social conducta.

El control y fiscalización de estas ayudas es por tanto de vital importancia pero desafortunadamente nos encontramos ante un “tabú político” no implantándose ninguna norma que permita a ejemplo regular la obligatoriedad de aceptar ofertas de trabajo siempre que estas sean factibles tanto en el ámbito privado como en el del servicio a la sociedad (trabajo para la comunidad), propiciando que todo el planteamiento anterior se mantenga y agrave considerablemente.

Capitulo aparte merece el análisis del efecto llamada que circula por la red que ademas de propiciar una nueva fuente de ingresos a las mafias del trafico de personas nos traerá sin duda una marea humana de nula cualificación laboral y por tanto con escasas o ninguna posibilidad de integración, movida unicamente por la promesa de acceder “al Mana Español” desconocedora que probablemente el poco pan que va quedando ni tan siquiera termine por alcanzar a los que ya dependen de el.

Después vendrán sin duda conflictos sociales con sus nuevos Mesias, nuevas caras para viejas historias en una triste y sempiterna partitura en la que solo cambiaran algunas notas mayores mientras la ensimismada orquesta no tome conciencia como tal de que son ellos quienes realmente interpretan la pieza

El tema como vemos no es baladí, y es mucho lo que nos jugamos en su desarrollo y aplicación estando por desgracia en manos del gobierno mas inepto e incapaz de nuestra historia reciente.

El paro y sus consecuencias sobre la economía es el factor decisivo critico y determinante de la pobreza y desigualdad. En los años con incremento del desempleo en España suben también y más que en otros países los índices de desigualdad, y a la inversa cuando se generan puestos de trabajo, caen dichos indicadores de pobreza, por eso abordar el IMV de forma aislada, sin tener en cuenta lo que se haga con la legislación laboral carece de sentido estando condenado todo intento al fracaso, máxime y como según adelantan los indicadores se vislumbra una demoledora crisis ya incipiente que nos situara en otoño a las puertas de un maquillado pero no menos real rescate con sus desastrosas consecuencias.

No es cierto como repite el mantra deapesebrados y voceros a sueldo del poder que la desigualdad se extienda con la derecha y disminuya con la izquierda. En realidad, si uno mira las series del Índice Gini que registra Eurostat y los propios datos del INEN y organismos oficiales apreciaremos fácilmente que es justo al contrario de como pretenden hacernos creer estando realmente dicha pobreza siempre ligada al paro y baja productividad económica.

Tomemos esta grafica como referencia desde 1995 a 2018 para verlo mas claramente.

Descartando toda defensa del régimen Franquista y unicamente como factor evolutivo, a su desaparición España registraba una tasa de paro del 3% (cercana al pleno empleo) con superávit de caja y deuda externa prácticamente inexistente.

Por contra tras un supuesto y exigible progreso de 45 años de gobiernos democráticos en este 2020 y si las previsiones del propio ejecutivo se cumplen rozaremos el 19% de paro con un 13,34% de déficit y una deuda externa del 115,5% y la cosa aun podría ir a peor. Parafraseando la improcedente altanería del vicepresidente Iglesias “ Cierre al salir”. Lo malo es que para entonces puede que ya no quede nadie dentro.

Ante tan desolador panorama quien suscribe necesita mantener la Esperanza repitiéndome que sin duda un verdadero sistema democrático (que no el nuestro) es la mejor forma de gobierno y cohesión social posible, factor de estabilidad y progreso económico pero sin duda algo no estaremos haciendo bien cuando nuestra evolución dista mucho de lo logrado en igual periodo de tiempo por el resto de países de nuestro entorno.

El caso español es por tanto un problema estructural, nuestro sistema de gobierno, la asignación de representatividad política de nuestra ley electoral unido al sistema de gestión autonómica propicia el aumento estéril y descontrolado del gasto publico, desviándose cuando no malversando recursos que debieran estar destinados a la creación de riqueza y por ende empleo. Súmenle a la ecuación un sistema tributario injusto y mal diseñado que se ceba en el ahorro y dificulta la inversión y tendrán un cóctel casi perfecto del despropósito, para finalizar añadan unos toques de fracaso educativo y remuevan todo ello bien con la mezcla de separatistas, populistas, terroristas y demás “istas” dispuestos a romperle en los morros el vaso a la menor oportunidad. El veneno esta servido, buen provecho.

Onda Corazón programa 20/04/20 «Covid19»

En el día de ayer tuvimos la oportunidad de escuchar  en los micrófonos de ONDA CORAZÓN RADIO  la  siempre interesante opinión que  nos aporta D. Juan Carlos Valverde, Presidente de la Asociación Stop Impuesto de Sucesiones, analista político, director  de “La Tercera España” y  autor de  publicaciones en medios de relevancia en nuestro país

No cabe duda,  que se  podrá coincidir o no con sus  opiniciones, pero siempre es un placer escucharlo por la clarividencia  de  sus aportaciones.  En esta ocasión,  realizó un análisis  pormenorizado de la situación sanitaria, política, económica y social que está viviendo nuestro país  a consecuencia de la pandemia que estamos sufriendo  por  el covid-19. 

Finalmente se  refirió a la situación en la que  quedan muchos de los  herederos de los fallecidos por el coronavirus  y de la propuesta que ha realizado la Federación del Impuesto de Sucesiones a nivel nacional para que se suprima el mismo  en estos casos

Os invitamos a escuchar esta interesante  entrevista  en el audio que a continuasción os dejamos.

España es el país más cobarde del mundo.

La primera conclusión que se extrae del debate de investidura de Pedro Sánchez es que es muy probable que España sea hoy el país más cobarde del mundo. Al menos ningún otro país se ha dejado humillar tanto en democracia por una cuadrilla de gente corrupta y sin valores que desprecia su Constitución y sus leyes.

Nadie se mueve en España ante la agresión de Sanchez y su pandilla, ni sus instituciones defensivas se han activado, lo que permite que los canallas conquisten el poder. Todo está en calma y parece castrado, desde el monarca al Ejército, incluso los partidos políticos y la apática ciudadanía, que se deja dominar por una auténtica manada de corruptos y antidemócratas que amenazan de muerte las libertades, los derechos, la economía y los valores.

Pedro Sánchez, el loco de la Moncloa, parece un castigo del cielo, pero sólo es un producto de la corrupción y de la degradación de un sistema que ha sido dominado, desde la muerte de general Franco, por partidos indignos y corrompidos, habituados a anteponer sus propios intereses al bien común. Sánchez es también un castigo a la cobardía del pueblo español, del que el mundo entero se ríe por su increíble aguante y pasividad ante las cuadrillas que lo gobiernan.

Antes eran los italianos, pero ahora somos los españoles los protagonistas de las burlas y de los chistes de cobardes en todo el mundo. Ante los abusos y humillaciones que el pueblo español está soportando de sus políticos, sin rebelarse, muchos afirman que el español es un tipo «con los huevos de adorno». Y tienen toda la razón porque es difícil encontrar en la historia moderna un pueblo tan manso y acobardado que sea capaz de soportar tanta ignominia y humillación de sus políticos. Si los españoles de las actuales generaciones no conseguimos forzar a nuestros políticos, auténticos piojos humanos, a que adelgacen el Estado, extirpen la corrupción, recuperen lo que sus colegas y amigos han robado y eliminen la legión de ineptos y parásitos que tienen ocupado el Estado, haciéndolo incosteable, inviable, torpe, corrupto e indecente, pasaremos a la Historia como una triste y despreciable manada de cobardes.

Mientras que los ciudadanos sigan votando a sus verdugos, la nación española será inviable. La regeneración pasa, inevitablemente, por una rebelión ciudadana contra esa clase política que les impide despegar y construir una nación próspera, justa y decente.

Los españoles, agobiados por el presente y asustados ante el futuro, miran ahora hacia el pasado para encontrar satisfacción y nutrirse de orgullo, un pasado que fue brillante y heroico, en nada parecido al presente de cobardes.

No es fácil entender cómo el pueblo español, que fue de ejemplar bravura y heroico en el pasado, ha podido caer tan bajo, soportando el dominio de miserables, financiando un Estado gigante y lleno de políticos innecesarios, pagando los impuestos mas injustos y desproporcionados de toda Europa, tolerando la rebelión mafiosa de los catalanes y permitiendo que los políticos, protagonistas de infinidad de abusos, mentiras, sigan sin castigo y gobernando la nación.

Ante ese festival de cobardía sometida, el mundo primero se ha sorprendido y después ha empezado a reírse y a burlarse de los cobardes españoles que se dejan arrebatar sus derechos y se esconden en lugar de impedir que sus recursos terminen en los bolsillos de sinvergüenzas, sin que los desmanes del poder y la injusticia provoquen la lógica e incontenible ira ciudadana que obligue a recular a sus verdugos.

Durante los tres años que viví en Roma como corresponsal de prensa, pude comprobar como los italianos admiraban el «coraje» español. Conocí a un padre italiano que había ingresado a sus hijos en el Liceo Cervantes de Roma «para que aprendieran a ser valientes». Estoy seguro de que no queda hoy un sólo padre en el mundo que sea capaz de dar a sus hijos una educación «a la española», ante el miedo de que se conviertan en despreciables ovejas sometidas al poder inicuo.

¿Qué nos ha ocurrido a los españoles? ¿Cómo hemos caído tan bajo? ¿Por qué guardamos silencio ante las agresiones de la clase política más inepta de Europa? ¿Por qué no hacemos valer nuestra condición de soberanos de la democracia y ponemos firmes a esa pandilla de políticos que nadan en el error, la torpeza, el abuso, la corrupción y la insolencia? ¿Por qué hemos consentido que una banda vulgar de malos políticos llegue al gobierno, rodeada de enemigos de España, de comunistas y nacionalistas llenos de odio? ¿Que nos ha hecho tan cobardes y sumisos? ¿Dónde está la rebeldía y la dignidad de este pueblo que llegó a ser admirado y temido en el pasado?

Hemos soportado como esclavos sin dignidad que gobiernos mediocres arruinen en pocos años nuestra economía, que era la envidia de todo Occidente. Hemos permitido que la pandilla de inútiles que nos gobiernan se endeuden hasta hipotecar nuestro futuro y el de nuestros hijos. Lo toleramos todo y parecemos un pueblo de borregos acobardados. Bajamos los ojos como ganado humillado cuando les vemos circular en sus rutilantes autos oficiales. Nos están llevando a la ruina y al fracaso, pero les admiramos en silencio y cada día permitimos que nos deslumbren en los telediarios. Sabemos que muchos de ellos deberían estar en la cárcel, pero les agasajamos cuando acuden a los actos públicos y permitimos que se sienten en las tribunas, que destaquen como héroes, cuando sólo merecen nuestro desprecio y ser arrojados del poder por su torpeza, por su mediocridad, por sus inmensas corrupciones, por los estragos que causan al pueblo y a la nación.

Hemos permitido que los políticos incumplan a diario los códigos de la decencia, que maltraten la misma Constitución y que asesinen la democracia, sustituyéndola por una ilícita oligocracia de partidos. Hemos guardado un silencio despreciable ante las «listas negras» de empresas y personas represaliadas por los políticos, a los que jamás se les daban subvenciones o ayudas. Hemos convivido a diario con la indecencia que representa intercambiar concesiones públicas por comisiones ilegales. Hemos soportado sin rechistar que nos subyuguen, que sometan a la sociedad civil, que la desarticulen y que la ocupen, que todo esté lleno de políticos y sindicalistas ineptos. Hemos vuelto la mirada cuando los políticos han alimentado el monstruo nacionalista catalán y vasco con concesiones y ventajas que rompen la unidad y hasta hemos soportado que a los que amaban a España en esas regiones se les margine, acose y persiga.

Han ocupado las universidades y han comprado la cultura con el dinero de todos. Hemos doblado la rodilla como bellacos cuando los políticos, con el dinero público, han silenciado a los medios de comunicación y les han hecho cómplices de la mentira, de la manipulación y del engaño. Hemos callado ante atrocidades e injusticias que ningún pueblo noble debería haber soportado jamás: concursos públicos amañados y otorgados a dedo, a empresas de amigos, recaudadores de los partidos políticos practicando la extorsión silenciosa entre las empresas, millones de euros entregados a los sindicatos y a la patronal para comprar silencio y apoyos ilícitos, delincuentes disfrazados de alcaldes y concejales cobrando comisiones a cambio de legalizar el urbanismo salvaje, agresiones al principio de igualdad de oportunidades, que los puestos de trabajo públicos sean para los familiares y amigos de la «casta» política, que repartan el dinero público como tahúres, que conviertan a las administraciones públicas en gigantescos aparcamientos de lujo, donde cientos de miles de inútiles y aprovechados ordeñan al Estado cada día, sin aportar nada a cambio.

Pero a quien más hemos consentido es al presidente del gobierno, un tipo sin prestigio, que ha perdido hasta el respeto de sus colegas internacionales, que lo soporta todo con tal de seguir en el poder, al que hemos dejado practicar todo lo que degrada y hace ignominiosa la política, desde la mentira reiterada hasta el engaño a los ciudadanos, desde la compra de votos con dinero público hasta sellar pactos con partidos antiespañoles, sin otra justificación que mantenerse en el poder. Hemos permitido, sin alzarnos contra él que abra las puertas del gobierno a comunistas totalitarios y a desleales que odian a España, que despilfarre nuestro dinero, que hipoteque nuestro futuro, que convierta la política española en un estercolero y que se niegue como un niño mimado, caprichoso e insolente, a adelgazar el Estado, a suprimir ministerios innecesarios, a licenciar a los miles de asesores inútiles y a los cientos de miles de parásitos superfluos que viven del erario público sólo porque son amigos del partido, familiares de políticos o gente a la que hay que comprar la voluntad.

Si personajes del pasado, de cuando España era un pueblo pujante y decente, como Miguel de Cervantes, Gonzalo Fernández de Córdoba, Blas de Lezo o Ignacio de Loyola, levantaran la cabeza de sus tumbas y miraran nuestro humillante presente, nos escupirían con razón, cargados de desprecio, y no identificarían en los españoles de hoy a los hijos de la vieja patria, descendientes de aquella austeridad y valor que hicieron retroceder al mundo ante nuestro avance. El espectáculo que los españoles de hoy ofrecemos ante el mundo, soportando la bota de una de las más incapaces y dañinas «castas» políticas del mundo, con un loco al frente de la Moncloa, es bochornoso, digno de desprecio y cargado de oprobio.

¿Se puede ser más cobarde. más ruin y más esclavo que un español del año 2020? Imposible.

«Artículo de nuestro amigo y compañero F. Rubiales»