España empieza a ser calificada en algunos ambientes internacionales como un Estado Fallido, lo que nos perjudica seriamente, poniendo en peligro nuestra relevancia en la Unión Europea y cerrando las puertas de inversiones vitales para nuestro desarrollo económico.
La gran pregunta es si tienen o no razón quienes así piensan ante el cúmulo de problemas actuales de nuestra maltrecho Pais.
Estamos a las puertas del hundimiento económico, fracasamos estrepitosamente en la gestión del coronavirus, vamos camino de la ruptura independentista, se instaura el acoso y derribo a la monarquía, padecemos un gobierno escasamente democrático con enfrentamientos continuos entre Ejecutivo y Justicia, etc.
Ante semejante despropósito de país, se está produciendo un cada vez más profundo distanciamiento y desprecio creciente de los ciudadanos a su clase política, dando la razón, por tanto, a quienes piensan que España podría definirse actualmente como un Estado Fallido o en vías de serlo, un país desgraciado, roto, mal gobernado y en manos de los peores gestores posibles.
Los ciudadanos cada día estamos más convencidos que el gran problema de España es su clase política, probablemente la peor de Europa y una de las peores del mundo, una despreciable partitocracia compuesta por arrogantes miserables, corruptos, totalitarios y necios, que están conduciendo a nuestro país hacia la ruina y el fracaso.
Cualquier español decente y honrado no tiene hoy sitio en las filas de los partidos que gobiernan o en los viejos partidos de siempre, los más corrompidos e imposibles de ninguna regeneración.
Aun con todo, España no es como nos ven desde Europa “un Estado Fallido”, sino una gran nación en manos de unos psicópatas ineptos. Pero no olvidemos que fuimos nosotros quienes de una u otra forma los colocamos allí, dejando que se apoderan de nuestras vidas. Ahora toca realizar tabla rasa, pues la madera está tan carcomida que es inútil todo intento por sanearla.
la clase política es el peor de los problemas de España. Es la impulsora de corrupción, de la cobardía, de la manipulación, del independentismo, de la ruptura de la igualdad, violadora de la Constitución y generadora de continuos problemas y escándalos que han minado el alma de nuestra nación, convirtiendo al país en lo que hoy es, un grave problema ante Europa, un país casi fallido y podrido hasta sus entrañas.
Nuestra propia Constitución, en teoría garante de derechos y libertades, que fue en su momento ejemplo y esperanza de un pueblo ilusionado por el renacer democrático, es hoy un puro fiasco, una constitución prostituida y manejada por sinvergüenzas agrupados en partidos de estructuras mafiosas, que pugnan por convertir nuestro país en un lupanar, donde ellos sean los reyes de un burdel en el que muchos repudiados hijos se reencontrarán de nuevo con sus madres.
Mientras esto ocurre, España continúa sumida en una degradación que parece no tener límite, un desolador panorama dominado por la bestia bicéfala de Sánchez e Iglesias, y sus cancerberos, reclutados entre la peor calaña y escoria de la política degradada.
Junto a ellos unas huestes socialistas cobardes, apesebradas cada vez más alejadas de la democracia, rescatando viejos fantasmas del marxismo, mientras reabren heridas de un pasado de odios rencores y olvidadas guerras.
Peor aun que ellos lo son la escoria comunista totalitaria y cobarde, amiga del terrorismo asesino de ETA, valedores de la basura independentista, cargada de traición ponzoña y odio por todo lo Español.
Y frente a ellos una mal denominada derecha, avergonzada y temerosa, dirigida y manejada por los de siempre, preocupados únicamente por callar vergüenzas y mantener privilegios.
En tierra de nadie, agazapados siempre al acecho oportunista, están los saqueadores de muertos, viles cobardes y traidores siempre dispuestos a venderse al mejor postor a cambio de la carroña de sus despojos.
Pero no es cierto que existan únicamente esas dos Españas. Hoy hay tres: las por ellos fabricadas de izquierdas y derechas, caduca y rancia, y la tercera, la real y más importante, la del pueblo hastiado de sus políticos, Una Tercera España plenamente consciente de que esas mafias llamadas partidos, sin altura, grandeza ni mérito alguno, son las culpables de casi todos los males de nuestra patria, desde los enfrentamientos al avance de la pobreza, desde la violencia al desánimo y falta de esperanza, desde la ruina económica a la debacle sanitaria y su reguero de cadáveres.
Esa ponzoña política ha hecho tanto daño a la nación que lo sorprendente es que España siga viva. Han comprado medios de comunicación, convirtiéndolos en propagadores de mentiras y enemigos de la verdad, han prostituido las leyes, maniatado y politizado a jueces, domesticado a fiscales y convertido el Congreso y el Senado, en rediles de siervos obedientes y bien pagados carentes de capacidad y pensamiento propios que simplemente ladran o rebuznan según marquen las consignas de sus amos.
Y a nosotros, El Pueblo, nos han engañado empobrecido y enfermado, desanimándonos, hasta el punto de privarnos de todo espíritu de lucha, de toda ilusión de toda esperanza y meta común.
Estos canallas han vomitado tanto mal que merecen prisión, incluso para aquellos que no han robado y se han mantenido al margen de la corrupción, culpables también por guardar un cobarde silencio cómplice mientras sus compañeros de filas saqueaban la riqueza del país, colocaban a sus familiares y amigos a sueldo del Estado, cobraban sobres en dinero negro y se atiborraban de privilegios inmerecidos y del dinero publico expoliado por impuestos abusivos o directamente robado a los parados y desfavorecidos.
Son carroña putrefacta, sepulcros blanqueados que arrasaron a su paso toda grandeza de España , cercenando la honradez, la decencia, la valentía, la sinceridad, el amor al prójimo y otros muchos valores sociales y patrios que conformaron el orgullo de ser Español y que fueron barridos cuando esta chusma de corruptos tomó el poder.
Pero no todo está perdido, poco a poco paso a paso, batalla a batalla, la tercera España va tomando conciencia despertando de su letargo, en algún momento, quizás no muy lejano, la sociedad se alzara contra la tiranía de sus políticos y todo este caos absurdo basado en la cobardía y la renuncia tocará a su fin. Los pies de barro del gigante serán quebrados y este caerá, reventado en mil pedazos.
Pero esta reconstrucción podría no ser tranquila ni pacífica teniendo que derramarse una vez más sudor, lágrimas y quien sabe si sangre para ser nuevamente una nación digna de hombres y mujeres libres y quienes al verlos exclame “Aquí esta España”
Las autonomías no funcionan, si es que lo hicieron alguna vez, son un pozo de corrupción.